jueves, 26 de agosto de 2010

Neil Young - On the Beach (1974)


Supongo que lo normal es que una persona busque el silencio cuando necesita concentrarse, al menos eso dicen los manuales. Pero desde hace tiempo que vemos a los jugadores de fútbol en el césped o el autobús con sus enormes auriculares (son así de chulos... perdón, extravagantes), o a los más humildes nadadores soltar su ipod en la cesta junto con el chándal, justo antes de saltar a una piscina a romper un récord mundial. Siempre me he preguntado que escuchan estos nadadores antes de enfrentarse a un múltiplo de 50 metros en el agua, ellos sólos, sabiendo que no hay compañero que repare tu fallo, sólo tu, tus brazos, tus piernas, tu técnica y tu concentración. No lo voy a saber nunca.

Particularmente a mí para concentrarme, el silencio me va fatal, así que en las últimas semanas he recurrido a este disco de Neil Young que pertenece a su época más deprimente (acaba de morir uno de sus compañeros de Crazy Horse y además tiene una difícil relación con una actriz). La propia portada refleja este estado, con el artista dando la espalda y el coche semienterrado seguramente como un rechazo a su fama actual.



Desde el primer guitarrazo de "Walk on" hasta "Ambulance Blues", una obra maestra de 9 minutos, pero pasando por "Vampire blues", "Motion Picture" o la propia "On the beach" (esa guitarra duele), queda claro que o te concentras en lo que necesitas o en la música, pero te concentras.