miércoles, 2 de febrero de 2011

Nacho Vegas - El manifiesto desastre (2008)


Acabar un concierto llorando debe ser algo poco agradable para el intérprete, pero por otro lado debe ser un espéctaculo soberbio para el asistente, que entenderá que el artista se ha dejado algo más que sudor y garganta en el escenario. Dicha escena ocurrió el pasado Agosto cuando Nacho Vegas tocaba "El Ángel Simón" en el Auditorio Villa de Salobreña, como siempre no me enteré...

Habitualmente un idólatra como yo mataría por poder ser uno de sus idolatrados al menos por un día (mejor, una semana), pero en este caso no lo veo claro. Y para decir esto me remito a los hechos consumados como en su libro (http://www.limbostarr.com/nv-libro.html): violento, áspero, vomitivo a veces, pero honrado y sincero como no he leído nunca.

Pero de donde puedo sacar más conclusiones para no querer ser ni por un día Nacho, es de sus discos. Cuando te has sentado con tiempo a leer las letras, escuchar la entonación de ciertas frases, supongo que la mayoría de ellas salidas de días de resaca, drogas en abundancia y sobre todo de infinitas torturas sentimentales... decides que no, que lo mejor es verle en concierto todas las veces que puedas, y ya es un esfuerzo. Es un esfuerzo porque es jodido que vayas a disfrutar de un concierto y tengas la sensación de que, evidentemente no todas, muchas canciones las ha escrito pensando en ti, que el asturiano ha estado espiándote con un "palantir" y ha basado la letra en una situación personal tuya, para recordarte ciertas cosas cada vez que te atrevas a poner sus discos, y meterte el dedo en la llaga.


Su discografía en solitario es tremenda, Actos inexplicables (2001), Cajas de música difíciles de parar (2003), Desaparezca aquí (2005) y con el que yo me enganché, El manifiesto desastre (2008), del cual me gustan especialmente "Dry Martini, S.A.", "Crujidos", "El tercer día" y "Morir o matar".

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